YO AMBIENTAL

Mi nombre es Noelia Morales y nací en Sevilla capital. Llevo toda mi vida viviendo en una piso ubicado en el barrio de San Pablo, en uno de los pisos de protección oficial que se dieron durante la  dictadura franquista.

Personalmente me encanta la zona en la que vivo. Sí que es verdad que es un barrio obrero con un nivel socioeconomico bajo donde los servicios sociales tienen gran peso y el índice de drogadicción es muy alto principalmente en jóvenes, pero es de los pocos donde aún se bajan a todas plazoletas todos los niños con sus padres a jugar horas y horas, personas mayores, todos con sus mascotas...sobre todo cuando va llegando el verano no hay plaza sin jaleo; es un barrio muy vivo. Además esta muy bien comunicado con el resto de Sevilla a través del transporte público. Podemos encontrar más de 5 líneas de bus distintas, estando la más lejana a unos 10 minutos, y la estación de Santa Justa que de mi casa queda a menos de otros 10 minutos.
Es por esto, que a pesar tener carnet y contar con un coche a plena disposición, nunca lo uso porque prefiero ir en transporte público. También es cierto que desde que me saco en bonobús mensual quizás abuse de este transporte porque un día entre semana normal puedo llegar a coger 6 buses distintos. Creo que me estoy acostumbrando a andar lo menos posible y es algo que debería cambiar.

A mi abuela paterna le dieron mi piso a cambio de su casa de la barriada de La Corza, una zona con un nivel sociocultural y económico muy muy bajo tanto en ese momento como en la actualidad, cuando mi padre, que es el menor de 3 hermanos, tenía unos 10 años. Se podría decir que él ha criado a sus hijos donde se crió.
A pesar de esta situación, se podía decir que mi padre durante toda su infancia hasta prácticamente su mayoría de edad gozaba de una buena posición socio-económica por encima de la media de la de la época. Al contraría que mi madre.
Ella es la segunda de 7 hermanos y su infancia la pasó en diferentes casas en las que se colaban mis abuelos para vivir hasta que los echaban. Ella usó la misma ropa que su hermano mayor con el que se lleva 2 años hasta prácticamente los 15 años y estas prendas a su vez pasaban a los hermanos más pequeños. La comida la buscaba mi abuelo día a día donde fuera ya que no tuvo un trabajo estable hasta que mi madre cumplió los 15-16 años.

Cuando mis padres se prometieron, mi abuela paterna les vendió mi actual casa y fue donde formaron su propia familia.
En casa vivimos mis padres, mi hermano pequeño con el que me llevo 7 años y Curro, nuestro perro de 14 años. Este año es el primero que pasamos con una sola mascota. Desde que tengo uso de razón hemos tenido 3 perros, 2 conejos, un hámster, diferentes pájaros, peces, una tortuga, un camaleón y hasta gusanos de seda. Esto es algo a lo que le estoy eternamente agradecida a mis padres; mi amor por los animales es uno de los valores más grandes e importantes que tengo y siempre les agradeceré que me dejará quedarme con cada animalito que encontraba ya que menos el hámster y los peces todos fueron encontrados en un campo que teníamos aunque parezca mentira.
Para mi, mi perro no es que, como se dice, sea uno más de la familia. Para mi es mi bebé ya que cuando llegó a mi casa con apenas un mes mi hermano tenía unos ocho meses, entonces mi madre tenía a su bebé y  yo tenía el mío propio. Ahora que ya lo veo tan mayor soy incapaz de imaginarme sin él, aunque pueda sonar exagerado.

Nosotros somos una familia de clase media, mi padre trabaja en Lipassam y mi madre limpiando por diferentes casas. Por esto no es que nos podamos permitir ser muy consumistas pero si que es verdad que nos compramos lo que se nos suele antojar. Personalmente no se como lo hicieron mis padres pero me educaron en ahorrar hasta el último euro, sin embargo mi hermano dinero que coge, dinero que se gasta.
A pesar de esta diferencia mi hermano y yo somos inseparables, ahora tiene 15 años y a parte de su hermana, soy su amiga y confidente. No hay cosas que no nos contemos y hay algunas que solo las sabemos nosotros.

En casa, aunque intentamos tener una dieta equilibrada somos un poco especialitos, sobre todo mi hermano y yo aunque aquí le gane. Parece que tenemos algo en contra de las verduras. A pesar de que vemos a mis padres comérselas todo tipo de ellas ninguno de los dos somos capaces. Sin embargo lo mio va más allá y es que soy incapaz de comerme ninguna pieza de fruta. Ni fresas, plátanos, naranjas, sandía, nada. Sé que debería y no será porque mi madre no lo ha intentado toda mi vida pero me da mucha fatiga. Sin embargo sí que comemos muchas legumbres ya que, de los 7 días de la semana, normalmente 4 de ellos comemos potaje pero todo colado sin verduras.
Tengo que decir también que soy demasiado chuchona. Los dulces me pierden y todo lo que son patatas fritas o frutos secos como pipas o kikos también.
Espero que como dice mi madre me cambie el paladar en algún momento porque de verdad me encantaría poder comer comida sana ¡¡o una ensalada mismo agusto!!
Con respecto al reciclaje en casa, he de decir que no me siento orgullosa de como lo hacemos. Solo tenemos un cubo de basura donde echamos todo a excepción de las botellas de plástico y el vidrio, que lo apartamos en una bolsa. Esto no lo hacemos porque no queramos separar toda la basura sino porque básicamente no tenemos espacio para ningún cubo ni separador y tampoco vamos a tener toda la casa llena de bolsas con basura.

En relación a mi vida escolar he tenido la inmensa suerte de ir durante a mi etapa de infantil y de primaria a un colegio que, a pesar de ser público, en ningún curso fuimos más de 10 alumnos por clase. Esto ocurría porque por la zona hay bastantes colegios y al que yo iba estaba reservado para zona que se basa en una avenida. Esto me ha permitido tener una educación muy personalizada y familiar.
Sin embargo, esta situación me provocó un gran choque al pasar a la secundaria ya que pasé de tener 8 amigos en clase que conocía de toda la vida a tener una clase de 32 con toda clase de niños.
Personalmente solo recuerdo que vieran a clase ha darnos una charla y hacer diferentes juegos sobre reciclaje en un curso de primaria donde nos contaron lo típico de donde echar cada envase, las 3 Rs y poco más.
Pienso que actualmente existe un gran vacío en el ámbito escolar tanto en primaria como en secundaria sobre la educación ambiental es algo que debemos cambiar no ya por la gran importancia que tiene, sino también porque van a ser estos pequeños quienes más sufran los efectos del cambio climático y deben tener las herramientas para poder reducirlo o frenarlo en la medida de lo posible.

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